La esfinge de Delft

Si bien su padre trabajaba en el negocio del tejido, al morir éste en 1652, Johannes se estableció en el negocio del arte.
El 20 de abril de 1653 se celebra su boda
junto a Catharina van Bolnes (1631 – 1687), una mujer de familia católica, en
Schipluiden. Después de firmar junto al pintor Gerard ter Borch un documento
juntos, el 29 de diciembre de ese año, Johannes Vermeer se inscribe en el
gremio de San Lucas (Sint Lucasgilde) como maestro pintor.
En el Gabinete Real de Pinturas de los Paises
bajos, Het Mauritshuis, se encuentran las tres obras más famosas del pintor.‘Diana y sus ninfas’, ‘Vista de Delft’ y ‘La niña de la perla’ son el punto culminante en la visita a este museo real. Estas pinturas exhalan un aire diferente, una luz clara y serena donde reina la armonía. También notará el observador detallista que las obras están pintadas ingeniosamente. Cada elemento del cuadro ha sido primero exhaustivamente estudiado por el ojo clínico de Vermeer, buscando la mejor manera de plasmar los detalles con la pintura. Así, las obras de Vermeer llaman poderosamente la atención y la saben mantener largamente.
150 años atrás, Johannes Vermeer fue llamado
la ‘Esfinge de Delft’ porque su vida y trabajo entonces estaban encubiertas con
muchas incertidumbres. Desde entonces hemos conocido más detalles sobre su vida
pero aun hoy sigue siendo una figura emblemática. Porque, cómo es posible que
aun hoy después de tantos siglos sus pinturas despierten tanto interés en gente
de todas partes? Para eso es también importante conocer más sobre el contexto
de la época.
Delft,
ciudad próspera con aura real
En el tiempo de Vermeer, Delft era una de las
ciudades más importantes de Holanda, tan influyente como Haarlem, Gouda, Leiden
y Dordrecht. La ciudad estaba ubicada en el centro de la zona del pólder. Su
nombre se lo debe a una ‘delf’ (excavación), o más bien al canal artificial
excavado por el hombre que sirve como drenaje.
En el siglo 17, llamado el Siglo de Oro Holandés, Delft contaba entre 25.000 y
30.000 habitantes. Era una ciudad próspera y centro del comercio y la
industria. A través del Schie – un arroyo canalizado – la ciudad conectaba el
puerto de Delft con el río Maas. La cámara de comercio tenía tanto una cámara para el comercio con
Asia (Compañía de las Indias Orientales) y otra con América (Compañía de las
Indias Occidentales). Pero además, su gran importancia radicaba en sus
industrias: cervecera, textil y la de cerámica. Sobre todo esta última había
sido la que llevara a la ciudad a su gran prosperidad. Para reemplazar la
porcelana china, que era muy cara y difícil de conseguir, los fabricantes de
Delft buscaron una forma más accesible de imitación, utilizando cerámica con
esmalte blanco y pintura azul. A partir de 1640 comenzaron a aparecer un
sinnúmero de estas pequeñas fábricas de cerámica, convirtiéndose la cuarta
parte de la población en gente trabajadora del Delfts Blauw (Azul Delft).
También la proximidad a la ciudad de Den Haag,
donde el gobierno holandés asentó su base, fue determinante para el desarrollo
de la ciudad. Contrariamente a Den Haag, Delft estaba amurallada, lo que la
convirtió en el depósito real de municiones, armas y pólvora del reino de los
Países Bajos. Los fuertes muros fueron a fines del siglo 16 la razón determinante
para que el príncipe Willem de Oranje eligiera esta ciudad como base para la
libertad en la lucha contra el rey español Felipe II. Siendo que Willem II
fuera muerto en 1584 en la Corte Principal de Delft (Delftse Prinsenhof) y su
cuerpo enterrado en la iglesia Nieuwe
Kerk, desde ese momento Delft se convirtió en el lugar elegido del descanso
final para los restos de todos los miembros de la corona holandesa de la Casa
de Oranje.
Un
ciudadano respetado con una vida
turbulenta
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Johannes Vermeer, autoretrato |
Casado con una católica siendo él protestante,
sus orígenes eran bien diferentes. Catharina van Bolnes venía de una familia
‘bien’ que podía darse determinados lujos, su familia poseía una vasta
colección de obras de arte, que le sirvieron a Vermeer como fuente de inspiración.
Siendo él de familia protestante, sus orígenes eran más austeros. Para casarse
con Catharina tuvo que convertirse católico, lo cual en el calvinista siglo 17
es probable que no haya sido tan fácil. El matrimonio fue muy fructífero, la
pareja fue bendecida con 11 niños!
Vivía con su familia en casa de su suegra
Maria Thins, lo que le aliviaba enormemente los gastos. De todas maneras
esto no era suficiente para alimentar a su tan prolífica familia. Desde el
catastrófico año 1672 – cuando Francia, Inglaterra y la diócesis de Colonia y
Munster conjuntamente le declararon la guerra
a la República de las Siete Provincias Unidas de los Países Bajos – las
deudas fueron acumulándose. La economía entera se fue a pique: academias y
tiendas fueron cerradas, los comerciantes de arte se declararon en bancarrota y
los artistas estaban desempleados. Sus constantes problemas económicos eran abrumadores,
incurría en nuevas deudas para poder pagar las que ya tenía. Y para colmo de
males, su mecenas Pieter Claesz van Ruijven había fallecido en 1674. Sus
propios suegros no estaban muy bien con la situación, tampoco podía esperar que
ellos le brindaran ayuda. Contrariamente a lo que debía haber hecho, dejó casi
de pintar, ya que vivía en constante estrés, y finalmente murió presa de la
desesperación, destituido y en la miseria.
Meses después de la muerte de Vermeer, su
mujer Catharina declaró que la guerra
había sido la causante del fracaso del negocio de su marido. Se declaró en quiebra y
consumida por las deudas dejó claro que Johannes habría fallecido en el
‘delirium’ (insanidad). En todo caso la familia permaneció en terrible pobreza
teniendo dificultades para pagar sus deudas. Otros artistas tuvieron también problemas
económicos y menos clientes, pero en el caso de Vermeer se cree que la razón de
su fracaso económico se debiera probablemente a su intensiva manera de trabajar
en cada obra y su escasa producción.
El
pintor y su obra en 4 etapas
La obra de Johannes Vermeer es sin lugar a
dudas una de las más pequeñas en la historia del arte: se conocen sólo 36
pinturas firmadas por su nombre. En los más de 20 años que Vermeer trabajó como
pintor, tendría que haber tenido una cantidad mayor de obras, pero en la
realidad no fueron muchas. De todas maneras, se reconoce un indudable desarrollo
en su obra cuando la dividimos en 4 etapas.Vermeer comenzó alrdedor de 1654 a pintar fragmentos históricos (escenas de la biblia o de la mitología clásica), para poco tiempo después cambiar su curso rumbo a escenas interiores de mayor intimidad. Hasta el día de hoy sigue siendo un misterio el por qué de este repentino cambio que hizo en 1656, aunque fue un cambio positivo.
Con sus escenas interiores supo cautivar a un pequeño grupo de conocedores de arte, quiénes compraron su obra y fueron los que predeterminaron que su fama creciera en forma sostenida, incluso después de su muerte, como uno de los pintores más queridos e importantes de esta época, el llamado siglo de oro. Johannes Vermeer está considerado junto a Rembrandt van Rijn y Frans Hals uno de los ‘Tres Grandes’, los 3 pintores más importantes del siglo de oro holandés.
Primera
etapa

Esta escena bíblica es una de las primeras
obras que Vermeer realizara. Esta obra de su etapa juvenil difiere bastante de
su obra tardía, no sólo por su tema sino
también por su formato (160 x 142 cm) , el contraste entre la partes de la luz
y la oscuridad y el modelado algo esquemático de la ropa. Hay sin lugar a dudas
una resemblanza con el cuadro de Diana y sus ninfas que Vermeer pintaría tiempo
más tarde.
Segunda
etapa
La pintura ‘De keukenmeid’ (La chica de la
cocina), alrededor de 1658-60, en posesión del Rijksmuseum, Amsterdam.
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Het Straatje |
En este período
Vermeer pinta dos paisajes urbanos: Het Straatje (La callecita) y Gezicht van
Delft (Vista de Delft). Het Straatje se ha convertido en un nombre idiomático,
siendo común que la gente llame a una calle pequeña ‘la callecita de Vermeer’
refiriéndose a una típica callecita holandesa.
Gezicht van Delft fue también una inspiración
para el escritor francés Marcel Proust, utilizando el cuadro como referencia en
una de sus novelas.
Tercera
etapa

Después de 1660 Vermeer sigue desarrollándose.
Aplica la pintura menos gruesa y se vuelve más cauteloso con el uso de los
efectos de luz. La luz es templada y los contornos se suavizan. En general
Vermeer se concentra en una o dos figuras centrales, aquí por ejemplo una mujer
con una jarra de agua que cuidadosamente abre una ventana. En este cuadro domina
una esfera de tranquilidad y somnolencia, características que hacen hoy en día
a Vermeer tan famoso. De esta época también es el cuadro 'La niña de la perla’.
Cuarta
etapa

En esta tardía obra de una mujer tocando un
virginal (un tipo de piano) la luz difusa cede el espacio a la luz cristalina.
Su técnica pictórica alrededor de 1667 se vuelve más plana y sus composiciones
más esquemáticas. Los pliegues del vestido son aplicados aquí con pinceladas
más rápidas, la decoración del marco dorado con gruesas pinceladas y los
contornos se vuelven más nítidos. Pero en armonía y elegancia no ha perdido
fuerza.
Hay una constancia en la obra de Vermeer y
ésta es su afección a las escenas calmas y serenas. Dominan la armonía y el orden. Esta esfera
hace un llamado a un equilibrio de cuidada composición. La gente y los objetos
parecen estar en el lugar preciso con la cantidad suficiente de espacio.
También la ingeniosa perspectiva juega un gran rol. Pero lo que hace a sus
obras particularmente especiales es el uso de la luz, que fluye por las
ventanas y a través de los reflejos de las telas y los materiales.
Inspiración
Vermeer se ha inspirado en su primera obra por
la mitología clásica y las escenas de la biblia aunque también por otros
pintores de Amsterdam y Utrecht. Mismo su suegra Maria Thins tenía una
colección de cuadros de pintores de Utrecht que había heredado de sus padres.
Un claro ejemplo es su obra ‘Zittende virginaalspeelster’ de alrededor de
1674-75 donde cuelga un cuadro de Dirck van Baburen que se encontraba en la
colección de Maria Thins.
Resulta tentador pensar que las escenas
domésticas estarían basadas en su propia vida, pero es poco probable, debido a
su austera economía. La realidad es que muchos de los ropajes representados en
sus pinturas eran ricos en telas y vistosamente caros para la familia promedio,
sólo la clase media alta tenía tal poder de adquisición. Vermeer debe haber
sido excepcionalmente inteligente en retratar sus escenas con aquellas cosas
que veía e imaginaba, como las tableaux vivants que pintara posteriormente.
También es posible que Vermeer decidiera volcarse
a las escenas interiores bajo la influencia de Pieter de Hooch, quien se
radicara en Delft en 1654. Las pinturas más tempranas de De Hooch muestran
muchas escenas de establos, con granjeros y soldados.
Vermeer fue un artista insuperable, no sólo
era un brillante observador que capturaba el detalle, también era un artista
con una poderosa imaginación. Lo cual le permitió reproducir en sus pinturas
aquello que veía – con sus ojos o con su ojo mental – de la manera más precisa,
detallada y de manera realista. Estas cualidades hacen de Vermeer un talentoso
pintor tradicional, pero fue finalmente su talento para componer y su
tratamiento de la luz lo que le dió a su obra ese toque extra de genialidad, lo
que le permitió elevar las actividades de cada día a una belleza supernatural.
Su
legado y posterior fama
Su mujer, Catharina van Bolnes, heredó parte
de su obra. Practicamente la mitad de su obra estaba en manos de su mecenas
Pieter Claesz van Ruijven, un coleccionista de arte y rentista de Delft.
Al morir éste en 1674 y luego Catharina en 1681, su hija Magdalena heredó esta
fenomenal colección. Magdalena estaba casada con Jacob Dissius, quién heredó
toda la obra de Vermeer al fallecer ésta.
Jacob Dissius subastó la obra completa de
Johannes Vermeer el 19 de abril de 1696, tras anunciarlo en el diario
Amsterdamsche Courant.
Vermeer no sólo era famoso en su Delft natal,
sino también fuera de la ciudad y al parecer su fama habría cruzado la frontera
nacional.El diplomático francés Balthasar de Monconys era un gran connaisseur y fue uno de los tantos personajes famosos de la época que habría visitado el atelier del pintor en vida. También conoció al famoso conocedor de arte, el diplomático, poeta y compositor Constantijn Huygens, quien había conocido también a Rembrandt.
Su obra pertenecía a un selecto grupo no porque los coleccionistas de arte no le reconocieran su talento, sino más bien porque luego de la subasta de 1696, su obra se desparramó entre las colecciones más importantes dentro de la zona de canales Amsterdamniana. Apenas nombrado en los catálogos de historia del arte de sus congéneres de la época, su obra quedó rezagada esperando su momento de fama, que sería muchos siglos después. Así, lentamente el enorme talento y técnica de su autor fue reconocido como único en su clase.
En los primeros años del siglo 19 se despertó
un creciente interés por la obra de Vermeer gracias a un grupo de amantes del
arte. También su nombre sería frecuentemente nombrado en libros de arte. Así,
por ejemplo, el comerciante de arte John Smith publicaría un catálogo entre
1829 y 1842 llamado A Catalogue Raisonné of the Works of the Most Eminent
Dutch, Flemish and French Painters, donde Vermeer era nombrado como un alumno o
imitador de Gabriël Metsu y Pieter de Hooch. Aunque sí le dió unas líneas de
valor diciendo que no era tan famoso por la escasez de sus obras. Es probable
que la compra del Gezicht op Delft por el Mauritshuis en 1822 haya sido de gran
influencia.
El definitivo reconocimiento le llegó en 1866
con la publicación de un artículo de Théophile Thoré en la muy autorizada
revista de arte francesa Gazette des Beaux-Arts. Thoré estudió la singular obra de Vermeer y
entre 1849 y 1858 se le atribuyeron dos pinturas, una que poseía el museo de
Braunschweig y otra en Dresden. Con la publicación de la Gazette le dió a
Vermeer el necesario impulso para que recibiera atención del mundo artístico
internacional. También pensó un nombre para éste: ‘la esfinge de Delft’ ocultando así el hecho de que no poseía
suficiente información sobre el artista.
Thoré mismo poseía varios cuadros de Vermeer,
entre ellos: ‘Vrouw met parelsnoer’ (Mujer con collar de perlas), ‘Staande
virginaalspeelster’ (Pianista de virginal de pie) y ‘Zittende virginaalspeelster’
(Pianista de virginal sentada).
Marcel
Proust, Delft y el tiempo perdido
El escritor de novelas francés Marcel Proust
(1871-1922) había siempre estado muy interesado en las obras pictóricas
holandesas del siglo 17. Realizó varios viajes a los Países Bajos. En 1898
visitó la gran exposición Rembrandt en
Amsterdam. Luego de esta visita escribió un ensayo sobre Rembrandt, que nunca
fue publicado durante su vida. En el otoño de 1902 viajó a Brugge
(Brujas), Gent (Gant) y Antwerpen (
Amberes), Dordrecht, Rotterdam, Amsterdam, Haarlem y Den Haag (La Haya). En esta última ciudad visitó el 18 de octubre la Mauritshuis.
Marcel Proust es famoso gracias su novela en 7
tomos “En busca del tiempo perdido” que se editara entre 1913 y 1927. En esta
novela retrata Proust la Francia de la tercera república o la llamada Belle époque. Al mismo tiempo la novela es
un detallado informe sobre la
autoconciencia de Marcel, el personaje de la novela y alter ego de Proust.
El arte ya está representado como una constante en
su obra, tal es el caso de A la recherche du temps perdu (En busca del tiempo
perdido), con la obra de Vermeer Gezicht
op Delft que tiene un rol protagónico en esta novela.Es probable que Proust viera la pintura dos veces en su vida. La primera cuando visitara el Mauritshuis en Den Haag en octubre de 1902 y la segunda en París. Fue a partir del 21 de abril de 1921 que se ofreció una exposición sobre pintura neerlandesa en el Jeu de Paume, un antiguo centro de exhibiciones parisino que data desde el siglo 19 hasta hoy en día, siendo el lugar por ontonomasia para la contemplación del arte de la fotografía y la imagen.
En la apertura de la exposición, Proust leyó
un fragmento de un artículo escrito por el crítico de arte, Jean-Louis
Vaudoyer, donde éste decía que la obra de Vermeer había sido la pintura más
bella jamás vista.
La obra de Vermeer tuvo mucha influencia en la
obra de Proust. En uno de los pasajes de La Prisionera, el quinto tomo de En
busca.., se da clara cuenta de ello. En ese pasaje Proust relata cómo uno de
sus personajes, el escritor Bergotte, presencia la exposición y su opinión
sobre ésta.
La niña
de la perla
Una niña nos mira sobre el hombro, lleva en su
cabeza una especie de turbante amarillo y azul. Como única joya, lleva un
pendiente en su oreja, una gran perla.
Desde 1903, año que esta obra llegara al
Mauritshuis, ha pasado a ser la obra más querida por el gran público. Pero de
dónde viene esta fascinación? Lo más probable sea que tenga que ver con la
forma en que la niña está mirando, por sobre su hombro. Esta postura fue un
fantástico descubrimiento de Vermeer, ya que gracias a esta la niña mira
directamente en los ojos del observador, participándolo de la obra y el
momento, como la persona que la despierta de su ensoñación.
El observador puede así también ver claramente
las virtudes de la técnica del pintor. El rostro está modelado suavemente, no
demasiado detallado, con transiciones graduales y pinceladas invisibles. La ropa que lleva la
niña se muestra de manera esquemática y es amenizada con pequeños puntos de
pintura que sugieren la reflexión de la luz. Hay sin lugar a dudas una obvia
diferencia de los materiales sugeridos. El cuello de la ropa, de un blanco
emblemático, pintado con gruesas pinceladas de pintura pastosa y la pintura más
seca del turbante – para lo cual Vermeer utilizara un pigmento ultramarino de
mucho costo. Pero lo más especial es la perla, que consta de no más de dos
golpes de pintura: arriba a la izquierda y un claro acento suave en la parte
inferior donde resplandece junto al cuello. Y luego está la niña misma, que con
su boca entreabierta y grandes ojos da una impresión de espera sin prejuicios.
Despierta la simpatía de todos, aun nunca sabiendo nosotros de quién se trata.
El turbante es un accesorio que las niñas
holandesas solían llevar en el siglo 17. Con este accesorio, Vermeer le da a la
niña un aspecto exótico. Estas representaciones en el siglo 17 eran llamadas
tronies, o bien retratos informales que daban cuenta de los detalles de las
expresiones y gestos en una persona anónima. Si bien un tronie representaba un
rostro, estas pinturas no estaban consideradas retratos. Un retrato era, en
esta época, una representación idealizada de una persona de una determinada
posición y status. Estas pinturas llevaban casi siempre el nombre de la persona
representada y tenían la intención de ser preservadas para la posteridad.
Después de todo, la persona representada
aunque estuviera pintada en una postura informal era aquella que podía
pagar el precio del cuadro y la pintura era una expresión de su status social.
Los tronies eran entonces más bien estudios
sobre la cabeza de un determinado personaje o tipo de personaje a representar.Ya en 1630, Rembrant le habría dado un caracter popular a los tronies en la pintura neerlandesa. Rembrandt pintó decenas de éstos, en los cuales muchas veces se utilizó a sí mismo como modelo con una gorra o un casco en la cabeza.
De Vermeer se conocen además de La niña de la
perla, otros dos tronies más, ambos pintados alrededor de 1655. En los
inventarios de las pertenencias de Vermeer, muebles y otros objetos, se nombran
este par de tronies. También en las pertenencias personales de Vermeer
realizadas 3 meses después de su muerte, el 15 de diciembre de 1675, “dos
tronijnen pintadas a la Turx”. Es
probable que ‘La niña de la perla’ fuera
una de éstas. Lo que siginifcaría que este cuadro no se hubiera vendido nunca
durante su vida.
Es probable que Vermeer hubiera encontrado
inspiración para ‘La niña de la perla’ en los cuadros de Michael Sweerts, quien
ya había pintado varios tronies de niña y niño con un fondo negro. Sweerts
procedía de Bruselas y había vivido durante un largo período en Italia y en
1661 habría visitado Amsterdam durante un corto tiempo. Tal vez conociera
Vermeer su obra, ya que diferentes tronies de Sweerts se asemejan a ‘La niña de
la perla’, por ejemplo ‘Dienstmeisje’ (Niña del servicio). Ambas pinturas son atractivas representaciones
de niñas jóvenes, pintadas con una mezcla de realismo e idealismo, donde los
contornos son suaves y se van intercambiando con fuertes efectos de luz. Pero
también hay diferencias. La composición de Vermeer es mucho más lograda, más
fuerte, con el sorprendente giro de cabeza y los colores azul y amarillo
resultan mucho más atrevidos. Además, la niña de Vermeer está pintada con un
turbante y una perla, lo que le da una apariencia más exótica, en tanto que la
niña de Sweerts está pintada de manera común -sin ningún atributo especial, por
sus accesorios del cabello y su ropa- como si hubiera interrumpido su labor de
bordado para posar para el pintor.
Perlas
El tamaño de la perla que lleva la niña en su
oreja es inusual. Es probable que llevara una perla de vidrio barnizada para
darle un acabado mate. Pero también es probable que esta perla hubiera sido
fruto de la fantasía de Vermeer. Las perlas, tanto reales como de imitación,
estaban de moda alrededor de 1650 – 1680. Las encontramos continuamente en
otras obras como las de Frans van Mieris, Gabriël Metsu y Gerard ter Borch.
Pero ningún otro pintor holandés ha sido asociado a las perlas como lo fue
Vermeer. Los pendientes en forma de gota de perla como los de 'La niña' como también los collares de perlas aparecen en muchos de sus cuadros.
Vermeer y las perlas, están
incondicionalmente asociados, no sólo porque aparecen con mucha frecuencia,
sino también por su manera para pintarlas, nos hacen pensar: se encuentran en perfecto estado, como si les
diera una pantalla de magnífica luz. La niña de la perla es por excelencia la
pintura que subraya este pensamiento. En 1908 Jan Veth, crítico de arte y
pintor, describe el cuadro de esta manera:
“Más que en otros Vermeer, se podría decir que
parece como si estuviera fundida en polvo de perlas trituradas.”
La niña de la perla permaneció durante mucho
tiempo en el anonimato, hasta que en 1881 se diera a conocer. El cuadro se
encontraba en ese momento en venta en una subasta en Venduhuis der Notarissen
en Den Haag. El día en que el cuadro podía ser visto atrajo la atención de
Victor de Stuers, influyente oficial de cultura que se encontraba a su amigo y
vecino A.A. des Tombe, coleccionista de arte. La pintura estaba seriamente
descuidada, pero De Stuers la reconoció como una obra de Vermeer. Otra versión
de la historia dice que la pintura estaba demasiado sucia para poder darle su
valor real con propiedad. Según esta versión, sería luego de su posterior
limpieza que aparecería la firma de Vermeer. Como haya sido, De Stuers y Des
Tombe, acordaron no pelear por el cuadro durante la
subasta, quedando así en manos de Des Tombe por la ínfima suma de dos
florines y treinta céntimos, una ganga.
La colección de Des Tombe, no sólo estaba
integrada por grandes maestros sino también por obras de sus contemporáneos, se
encontraba en su vivienda en la calle Parkstraat 26 en Den Haag, abierta al
público. El que luego fuera director del Mauritshuis, Abraham Bredius, fue el
primero en 1885 que aclamara a ‘La niña de la perla’.Al morir Des Tombe el 16 de diciembre de 1902 se descubre en su testamento secreto que le deja 12 de sus cuadros a la Mauritshuis, entre ellos ‘La niña de la perla’.
La Mona
Lisa Holandesa
La niña de la perla es una pintura que siempre
ha depertado mucha curiosidad. Quién es la niña? Qué pasa con ella? La verdad
es que no tenemos ninguna información al respecto. Sigue siendo un misterio. Este
intrigante misterio le ha dado al cuadro un apodo: la Mona Lisa Holandesa, o la
Mona Lisa del Norte.

Las obras de Vermeer pueden ser vistas también en la exposición temporal que ofrece el Mauritshuis. Desde el 15 de septiembre hasta el 11 de diciembre de 2011, se ofrece la exposición "Dalí conoce a Vermeer, maestros modernos invitados" (Dalí ontmoet Vermeer, moderme meesters te gast), donde maestros pintores modernos compartirán espacio gracias a sus obras en este famoso museo, entre ellos obras de Francis Bacon, Salvador Dalí,Claude Monet, etc. Para más información consultar este link.
Fuentes:
El texto aquí traducido ha sido, casi en su
totalidad, extraído del libro ‘Vermeer
in het Mauritshuis’, del autor Epco Runia. Editado por el Koninklijk Kabinet van Schilderijen Mauritshuis, Den Haag. Zwolle,
Waanders, 2005. ISBN 9040090726
También he consultado los
siguientes libros:
Johannes
Vermeer – de Delftse meester van het licht. Autor: Ton den Boon. BNM Uitgevers,
Luntaren 2009. ISBN 97889470430Johannes Vermeer (1932 – 1675). Autor: Mariët Westermann. Zwolle, Waanders, 2004 (Rijkmuseum dossiers) ISBN 904008727X
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