lunes, 17 de octubre de 2011

Johannes Vermeer, el maestro de la luz serena

Este artículo está dedicado a mi padre, Joan Zinno, porque sin él quizás nunca hubiera sabido que existía tan fantástico pintor. Conocí algunas de sus pinturas una vez estando en el restaurante donde él trabaja, allí se exponían reproducciones de Vermeer.

La esfinge de Delft

Además del Delft Blauw tan característico de esta ciudad, Delft no sería la ciudad qué es sin el aporte pictórico que el maestro Johannes Vermeer le diera en vida.
Johannes (bautizado el 31 de octubre en la iglesia Nieuwe Kerk como Joannis) Vermeer, hijo de Reynier Jansz, un tejedor de kaffa – una especie de satén – y Digna Balthazars de Baltens, vivió y murió en la ciudad de Delft toda su vida (murió en 1675 a la edad de 43 años y fue enterrado en la iglesia Oude Kerk).
Si bien su padre trabajaba en el negocio del tejido, al morir éste en 1652, Johannes se estableció en el negocio del arte.

El 20 de abril de 1653 se celebra su boda junto a Catharina van Bolnes (1631 – 1687), una mujer de familia católica, en Schipluiden. Después de firmar junto al pintor Gerard ter Borch un documento juntos, el 29 de diciembre de ese año, Johannes Vermeer se inscribe en el gremio de San Lucas (Sint Lucasgilde) como maestro pintor.

 

En el Gabinete Real de Pinturas de los Paises bajos, Het Mauritshuis, se encuentran las tres obras más famosas del pintor.
Diana y sus ninfas’, ‘Vista de Delft’ y ‘La niña de la perla’ son el punto culminante en la visita a este museo real. Estas pinturas exhalan un aire diferente, una luz clara y serena donde reina la armonía. También notará el observador detallista que las obras están pintadas ingeniosamente. Cada elemento del cuadro ha sido primero exhaustivamente estudiado por el ojo clínico de Vermeer, buscando la mejor manera de plasmar los detalles con la pintura. Así, las obras de Vermeer llaman poderosamente la atención y la saben mantener largamente.

150 años atrás, Johannes Vermeer fue llamado la ‘Esfinge de Delft’ porque su vida y trabajo entonces estaban encubiertas con muchas incertidumbres. Desde entonces hemos conocido más detalles sobre su vida pero aun hoy sigue siendo una figura emblemática. Porque, cómo es posible que aun hoy después de tantos siglos sus pinturas despierten tanto interés en gente de todas partes? Para eso es también importante conocer más sobre el contexto de la época.

Delft, ciudad próspera con aura real
En el tiempo de Vermeer, Delft era una de las ciudades más importantes de Holanda, tan influyente como Haarlem, Gouda, Leiden y Dordrecht. La ciudad estaba ubicada en el centro de la zona del pólder. Su nombre se lo debe a una ‘delf’ (excavación), o más bien al canal artificial excavado por el hombre que sirve como drenaje.

En el siglo 17, llamado el Siglo de Oro Holandés, Delft contaba  entre 25.000 y 30.000 habitantes. Era una ciudad próspera y centro del comercio y la industria. A través del Schie – un arroyo canalizado – la ciudad conectaba el puerto de Delft con el río Maas. La cámara de comercio  tenía tanto una cámara para el comercio con Asia (Compañía de las Indias Orientales) y otra con América (Compañía de las Indias Occidentales). Pero además, su gran importancia radicaba en sus industrias: cervecera, textil y la de cerámica. Sobre todo esta última había sido la que llevara a la ciudad a su gran prosperidad. Para reemplazar la porcelana china, que era muy cara y difícil de conseguir, los fabricantes de Delft buscaron una forma más accesible de imitación, utilizando cerámica con esmalte blanco y pintura azul. A partir de 1640 comenzaron a aparecer un sinnúmero de estas pequeñas fábricas de cerámica, convirtiéndose la cuarta parte de la población en gente trabajadora del Delfts Blauw (Azul Delft).
También la proximidad a la ciudad de Den Haag, donde el gobierno holandés asentó su base, fue determinante para el desarrollo de la ciudad. Contrariamente a Den Haag, Delft estaba amurallada, lo que la convirtió en el depósito real de municiones, armas y pólvora del reino de los Países Bajos. Los fuertes muros fueron a fines del siglo 16 la razón determinante para que el príncipe Willem de Oranje eligiera esta ciudad como base para la libertad en la lucha contra el rey español Felipe II. Siendo que Willem II fuera muerto en 1584 en la Corte Principal de Delft (Delftse Prinsenhof) y su cuerpo  enterrado en la iglesia Nieuwe Kerk, desde ese momento Delft se convirtió en el lugar elegido del descanso final para los restos de todos los miembros de la corona holandesa de la Casa de Oranje.

Un ciudadano respetado  con una vida turbulenta
Johannes Vermeer, autoretrato
De los archivos aun conservados se destaca que Johannes Vermeer fue un ciudadano ampliamente respetado en su ciudad. Tanto es así que fue elegido en forma consecutiva como jefe principal del gremio de pintores. Pero poco se conoce acerca de sus ingresos. Sus pinturas le llevaban mucho tiempo y tenía una modesta producción. Aunque se rumoreaba que recibía mucho dinero por sus obras. También tenía otras fuentes de ganancias. Trabajaba como comerciante de arte, y en 1670 pasó a ser el dueño de la casa Mechelen donde alquilaba;  también trabajaba de tanto en tanto como tasador de obras pictóricas, no con mucho éxito. La situación económica fue una constante problemática;  se cuenta la anécdota que para poder alimentar a su familia, pagaba al panadero con alguna de sus obras..

Casado con una católica siendo él protestante, sus orígenes eran bien diferentes. Catharina van Bolnes venía de una familia ‘bien’ que podía darse determinados lujos, su familia poseía una vasta colección de obras de arte, que le sirvieron a Vermeer como fuente de inspiración. Siendo él de familia protestante, sus orígenes eran más austeros. Para casarse con Catharina tuvo que convertirse católico, lo cual en el calvinista siglo 17 es probable que no haya sido tan fácil. El matrimonio fue muy fructífero, la pareja fue bendecida con 11 niños!
Vivía con su familia en casa de su suegra Maria Thins, lo que le aliviaba enormemente los gastos. De todas maneras esto no era suficiente para alimentar a su tan prolífica familia. Desde el catastrófico año 1672 – cuando Francia, Inglaterra y la diócesis de Colonia y Munster conjuntamente le declararon la guerra  a la República de las Siete Provincias Unidas de los Países Bajos – las deudas fueron acumulándose. La economía entera se fue a pique: academias y tiendas fueron cerradas, los comerciantes de arte se declararon en bancarrota y los artistas estaban desempleados. Sus constantes problemas económicos eran abrumadores, incurría en nuevas deudas para poder pagar las que ya tenía. Y para colmo de males, su mecenas Pieter Claesz van Ruijven había fallecido en 1674. Sus propios suegros no estaban muy bien con la situación, tampoco podía esperar que ellos le brindaran ayuda. Contrariamente a lo que debía haber hecho, dejó casi de pintar, ya que vivía en constante estrés, y finalmente murió presa de la desesperación, destituido y en la miseria.

Meses después de la muerte de Vermeer, su mujer Catharina  declaró que la guerra había sido la causante del fracaso del negocio de su marido. Se declaró en quiebra y consumida por las deudas dejó claro que Johannes habría fallecido en el ‘delirium’ (insanidad). En todo caso la familia permaneció en terrible pobreza teniendo dificultades para pagar sus deudas. Otros artistas tuvieron también problemas económicos y menos clientes, pero en el caso de Vermeer se cree que la razón de su fracaso económico se debiera probablemente a su intensiva manera de trabajar en cada obra y su escasa producción.

El pintor y su obra en 4 etapas
La obra de Johannes Vermeer es sin lugar a dudas una de las más pequeñas en la historia del arte: se conocen sólo 36 pinturas firmadas por su nombre. En los más de 20 años que Vermeer trabajó como pintor, tendría que haber tenido una cantidad mayor de obras, pero en la realidad no fueron muchas. De todas maneras, se reconoce un indudable desarrollo en su obra cuando la dividimos en 4 etapas.
Vermeer comenzó alrdedor de 1654 a pintar fragmentos históricos (escenas de la biblia o de la mitología clásica), para poco tiempo después cambiar  su curso rumbo a escenas interiores de mayor intimidad. Hasta el día de hoy sigue siendo un misterio el por qué de este repentino cambio que hizo en 1656, aunque fue un cambio positivo.
Con sus escenas interiores supo cautivar a un pequeño grupo de conocedores de arte, quiénes compraron su obra y fueron los que predeterminaron que su fama creciera en forma sostenida, incluso después de su muerte, como uno de los pintores más queridos e importantes de esta época, el llamado siglo de oro. Johannes Vermeer está considerado junto a Rembrandt van Rijn y Frans Hals uno de los ‘Tres Grandes’, los 3 pintores más importantes del siglo de oro holandés.

Primera etapa
La obra ‘Christus in het huis van Martha en Maria’ (Cristo en la casa de Marta y María), alrededor de 1655, actualmente se encuentra en The National Galleries of Scotland, Edinburgh.

Esta escena bíblica es una de las primeras obras que Vermeer realizara. Esta obra de su etapa juvenil difiere bastante de su obra  tardía, no sólo por su tema sino también por su formato (160 x 142 cm) , el contraste entre la partes de la luz y la oscuridad y el modelado algo esquemático de la ropa. Hay sin lugar a dudas una resemblanza con el cuadro de Diana y sus ninfas que Vermeer pintaría tiempo más tarde.

Segunda etapa
La pintura ‘De keukenmeid’ (La chica de la cocina), alrededor de 1658-60, en posesión del Rijksmuseum, Amsterdam.

Alrededor del 1656 comienza Vermeer con sus escenas interiores, como esta obra con la escena de la chica de la cocina que tan tranquilamente sirve leche de una jarra. Estas obras tienen un formato más pequeño. Mientras que la pintura está aplicada en capas más gruesas, Vermeer presta más atención a la exacta representación de la realidad. Dándole una gran tangibilidad a los objetos, son llamativos los pequeños efectos de luz, como con los panecillos y la cerámica brillante. Tal vez es ésto un indicativo de la utilización de recursos ópticos como la cámara oscura.
Het Straatje
 En este período Vermeer pinta dos paisajes urbanos: Het Straatje (La callecita) y Gezicht van Delft (Vista de Delft). Het Straatje se ha convertido en un nombre idiomático, siendo común que la gente llame a una calle pequeña ‘la callecita de Vermeer’ refiriéndose a una típica callecita holandesa.

Gezicht van Delft fue también una inspiración para el escritor francés Marcel Proust, utilizando el cuadro como referencia en una de sus novelas.

Tercera etapa
La obra ‘Vrouw met waterkan' (Mujer con jarra de agua), alrededor de 1664-65, propiedad del Metropolitan Museum of Art, New York.

Después de 1660 Vermeer sigue desarrollándose. Aplica la pintura menos gruesa y se vuelve más cauteloso con el uso de los efectos de luz. La luz es templada y los contornos se suavizan. En general Vermeer se concentra en una o dos figuras centrales, aquí por ejemplo una mujer con una jarra de agua que cuidadosamente abre una ventana. En este cuadro domina una esfera de tranquilidad y somnolencia, características que hacen hoy en día a Vermeer tan famoso. De esta época también es el cuadro 'La niña de la perla’.

Cuarta etapa
El cuadro ‘Staande virginaalspeelster’ (Pianista de virginal de pie), alrededor de 1672-73, posesión de  The National Gallery en Londres.

En esta tardía obra de una mujer tocando un virginal (un tipo de piano) la luz difusa cede el espacio a la luz cristalina. Su técnica pictórica alrededor de 1667 se vuelve más plana y sus composiciones más esquemáticas. Los pliegues del vestido son aplicados aquí con pinceladas más rápidas, la decoración del marco dorado con gruesas pinceladas y los contornos se vuelven más nítidos. Pero en armonía y elegancia no ha perdido fuerza.

Hay una constancia en la obra de Vermeer y ésta es su afección a las escenas calmas y serenas.  Dominan la armonía y el orden. Esta esfera hace un llamado a un equilibrio de cuidada composición. La gente y los objetos parecen estar en el lugar preciso con la cantidad suficiente de espacio. También la ingeniosa perspectiva juega un gran rol. Pero lo que hace a sus obras particularmente especiales es el uso de la luz, que fluye por las ventanas y a través de los reflejos de las telas y los materiales.

Inspiración
Vermeer se ha inspirado en su primera obra por la mitología clásica y las escenas de la biblia aunque también por otros pintores de Amsterdam y Utrecht. Mismo su suegra Maria Thins tenía una colección de cuadros de pintores de Utrecht que había heredado de sus padres. Un claro ejemplo es su obra ‘Zittende virginaalspeelster’ de alrededor de 1674-75 donde cuelga un cuadro de Dirck van Baburen que se encontraba en la colección de Maria Thins.

Resulta tentador pensar que las escenas domésticas estarían basadas en su propia vida, pero es poco probable, debido a su austera economía. La realidad es que muchos de los ropajes representados en sus pinturas eran ricos en telas y vistosamente caros para la familia promedio, sólo la clase media alta tenía tal poder de adquisición. Vermeer debe haber sido excepcionalmente inteligente en retratar sus escenas con aquellas cosas que veía e imaginaba, como las tableaux vivants que pintara posteriormente.
También es posible que Vermeer decidiera volcarse a las escenas interiores bajo la influencia de Pieter de Hooch, quien se radicara en Delft en 1654. Las pinturas más tempranas de De Hooch muestran muchas escenas de establos, con granjeros y soldados.

Vermeer fue un artista insuperable, no sólo era un brillante observador que capturaba el detalle, también era un artista con una poderosa imaginación. Lo cual le permitió reproducir en sus pinturas aquello que veía – con sus ojos o con su ojo mental – de la manera más precisa, detallada y de manera realista. Estas cualidades hacen de Vermeer un talentoso pintor tradicional, pero fue finalmente su talento para componer y su tratamiento de la luz lo que le dió a su obra ese toque extra de genialidad, lo que le permitió elevar las actividades de cada día a una belleza supernatural.

Su legado y posterior fama
Su mujer, Catharina van Bolnes, heredó parte de su obra. Practicamente la mitad de su obra estaba en manos de su mecenas Pieter Claesz  van Ruijven,  un coleccionista de arte y rentista de Delft. Al morir éste en 1674 y luego Catharina en 1681, su hija Magdalena heredó esta fenomenal colección. Magdalena estaba casada con Jacob Dissius, quién heredó toda la obra de Vermeer al fallecer ésta.

Jacob Dissius subastó la obra completa de Johannes Vermeer el 19 de abril de 1696, tras anunciarlo en el diario Amsterdamsche Courant.
Vermeer no sólo era famoso en su Delft natal, sino también fuera de la ciudad y al parecer su fama habría cruzado la frontera nacional.
El diplomático francés Balthasar de Monconys era un gran connaisseur y fue uno de los tantos personajes famosos de la  época que habría visitado el atelier del pintor en vida. También conoció al famoso conocedor de arte, el diplomático, poeta y compositor Constantijn Huygens, quien había conocido también a Rembrandt.
Su obra pertenecía a un selecto grupo no porque los coleccionistas de arte no le reconocieran su talento, sino más bien porque luego de la subasta de 1696, su obra se desparramó entre las colecciones más importantes dentro de la zona de canales Amsterdamniana. Apenas nombrado en los catálogos de historia del arte de sus congéneres de la época, su obra quedó rezagada esperando su momento de fama, que sería muchos siglos después. Así, lentamente el enorme talento y técnica de su autor fue reconocido como único en su clase.

En los primeros años del siglo 19 se despertó un creciente interés por la obra de Vermeer gracias a un grupo de amantes del arte. También su nombre sería frecuentemente nombrado en libros de arte. Así, por ejemplo, el comerciante de arte John Smith publicaría un catálogo entre 1829 y 1842 llamado A Catalogue Raisonné of the Works of the Most Eminent Dutch, Flemish and French Painters, donde Vermeer era nombrado como un alumno o imitador de Gabriël Metsu y Pieter de Hooch. Aunque sí le dió unas líneas de valor diciendo que no era tan famoso por la escasez de sus obras. Es probable que la compra del Gezicht op Delft por el Mauritshuis en 1822 haya sido de gran influencia.
El definitivo reconocimiento le llegó en 1866 con la publicación de un artículo de Théophile Thoré en la muy autorizada revista de arte francesa Gazette des Beaux-Arts. Thoré estudió la singular obra de Vermeer y entre 1849 y 1858 se le atribuyeron dos pinturas, una que poseía el museo de Braunschweig y otra en Dresden. Con la publicación de la Gazette le dió a Vermeer el necesario impulso para que recibiera atención del mundo artístico internacional. También pensó un nombre para éste:  ‘la esfinge de Delft’  ocultando así el hecho de que no poseía suficiente información sobre el artista.

Thoré mismo poseía varios cuadros de Vermeer, entre ellos: ‘Vrouw met parelsnoer’ (Mujer con collar de perlas), ‘Staande virginaalspeelster’ (Pianista de virginal de pie) y ‘Zittende virginaalspeelster’ (Pianista de virginal sentada).

Marcel Proust, Delft y el tiempo perdido
El escritor de novelas francés Marcel Proust (1871-1922) había siempre estado muy interesado en las obras pictóricas holandesas del siglo 17. Realizó varios viajes a los Países Bajos. En 1898 visitó la gran exposición Rembrandt  en Amsterdam. Luego de esta visita escribió un ensayo sobre Rembrandt, que nunca fue publicado durante su vida. En el otoño de 1902 viajó a Brugge (Brujas),  Gent (Gant) y Antwerpen ( Amberes), Dordrecht, Rotterdam, Amsterdam, Haarlem y Den Haag (La Haya). En esta última ciudad visitó el 18 de octubre la Mauritshuis.

Marcel Proust es famoso gracias su novela en 7 tomos “En busca del tiempo perdido” que se editara entre 1913 y 1927. En esta novela retrata Proust la Francia de la tercera república o la llamada  Belle époque. Al mismo tiempo la novela es un  detallado informe sobre la autoconciencia de Marcel, el personaje de la novela y alter ego de Proust.
El arte ya está representado como una constante en su obra, tal es el caso de A la recherche du temps perdu (En busca del tiempo perdido), con la obra de Vermeer Gezicht op Delft que tiene un rol protagónico en esta novela.
Es probable que Proust viera la pintura dos veces en su vida. La primera cuando visitara el Mauritshuis en Den Haag en octubre de 1902 y la segunda en París. Fue a partir del 21 de abril de 1921 que se ofreció una exposición sobre pintura neerlandesa en el Jeu de Paume, un antiguo centro de exhibiciones parisino que data desde el siglo 19 hasta hoy en día, siendo el lugar por ontonomasia para la contemplación del arte de la fotografía y la imagen.

En la apertura de la exposición, Proust leyó un fragmento de un artículo escrito por el crítico de arte, Jean-Louis Vaudoyer, donde éste decía que la obra de Vermeer había sido la pintura más bella jamás vista.
La obra de Vermeer tuvo mucha influencia en la obra de Proust. En uno de los pasajes de La Prisionera, el quinto tomo de En busca.., se da clara cuenta de ello. En ese pasaje Proust relata cómo uno de sus personajes, el escritor Bergotte, presencia la exposición y su opinión sobre ésta.

La niña de la perla
Una niña nos mira sobre el hombro, lleva en su cabeza una especie de turbante amarillo y azul. Como única joya, lleva un pendiente en su oreja, una gran perla.

Desde 1903, año que esta obra llegara al Mauritshuis, ha pasado a ser la obra más querida por el gran público. Pero de dónde viene esta fascinación? Lo más probable sea que tenga que ver con la forma en que la niña está mirando, por sobre su hombro. Esta postura fue un fantástico descubrimiento de Vermeer, ya que gracias a esta la niña mira directamente en los ojos del observador, participándolo de la obra y el momento, como la persona que la despierta de su ensoñación.
El observador puede así también ver claramente las virtudes de la técnica del pintor. El rostro está modelado suavemente, no demasiado detallado, con transiciones graduales y  pinceladas invisibles. La ropa que lleva la niña se muestra de manera esquemática y es amenizada con pequeños puntos de pintura que sugieren la reflexión de la luz. Hay sin lugar a dudas una obvia diferencia de los materiales sugeridos. El cuello de la ropa, de un blanco emblemático, pintado con gruesas pinceladas de pintura pastosa y la pintura más seca del turbante – para lo cual Vermeer utilizara un pigmento ultramarino de mucho costo. Pero lo más especial es la perla, que consta de no más de dos golpes de pintura: arriba a la izquierda y un claro acento suave en la parte inferior donde resplandece junto al cuello. Y luego está la niña misma, que con su boca entreabierta y grandes ojos da una impresión de espera sin prejuicios. Despierta la simpatía de todos, aun nunca sabiendo nosotros de quién se trata.

El turbante es un accesorio que las niñas holandesas solían llevar en el siglo 17. Con este accesorio, Vermeer le da a la niña un aspecto exótico. Estas representaciones en el siglo 17 eran llamadas tronies, o bien retratos informales que daban cuenta de los detalles de las expresiones y gestos en una persona anónima. Si bien un tronie representaba un rostro, estas pinturas no estaban consideradas retratos. Un retrato era, en esta época, una representación idealizada de una persona de una determinada posición y status. Estas pinturas llevaban casi siempre el nombre de la persona representada y tenían la intención de ser preservadas para la posteridad. Después de todo, la persona representada  aunque estuviera pintada en una postura informal era aquella que podía pagar el precio del cuadro y la pintura era una expresión de su status social.
Los tronies eran entonces más bien estudios sobre la cabeza de un determinado personaje o tipo de personaje a representar.
Ya en 1630, Rembrant le habría dado un caracter popular a los tronies en la pintura neerlandesa. Rembrandt pintó decenas de éstos, en los cuales muchas veces se utilizó a sí mismo como modelo con una gorra o un casco en la cabeza.

De Vermeer se conocen además de La niña de la perla, otros dos tronies más, ambos pintados alrededor de 1655. En los inventarios de las pertenencias de Vermeer, muebles y otros objetos, se nombran este par de tronies. También en las pertenencias personales de Vermeer realizadas 3 meses después de su muerte, el 15 de diciembre de 1675, “dos tronijnen pintadas a la Turx”.  Es probable que  ‘La niña de la perla’ fuera una de éstas. Lo que siginifcaría que este cuadro no se hubiera vendido nunca durante su vida.
Es probable que Vermeer hubiera encontrado inspiración para ‘La niña de la perla’ en los cuadros de Michael Sweerts, quien ya había pintado varios tronies de niña y niño con un fondo negro. Sweerts procedía de Bruselas y había vivido durante un largo período en Italia y en 1661 habría visitado Amsterdam durante un corto tiempo. Tal vez conociera Vermeer su obra, ya que diferentes tronies de Sweerts se asemejan a ‘La niña de la perla’, por ejemplo ‘Dienstmeisje’ (Niña del servicio).  Ambas pinturas son atractivas representaciones de niñas jóvenes, pintadas con una mezcla de realismo e idealismo, donde los contornos son suaves y se van intercambiando con fuertes efectos de luz. Pero también hay diferencias. La composición de Vermeer es mucho más lograda, más fuerte, con el sorprendente giro de cabeza y los colores azul y amarillo resultan mucho más atrevidos. Además, la niña de Vermeer está pintada con un turbante y una perla, lo que le da una apariencia más exótica, en tanto que la niña de Sweerts está pintada de manera común -sin ningún atributo especial, por sus accesorios del cabello y su ropa- como si hubiera interrumpido su labor de bordado para posar para el pintor.

Perlas
El tamaño de la perla que lleva la niña en su oreja es inusual. Es probable que llevara una perla de vidrio barnizada para darle un acabado mate. Pero también es probable que esta perla hubiera sido fruto de la fantasía de Vermeer. Las perlas, tanto reales como de imitación, estaban de moda alrededor de 1650 – 1680. Las encontramos continuamente en otras obras como las de Frans van Mieris, Gabriël Metsu y Gerard ter Borch. Pero ningún otro pintor holandés ha sido asociado a las perlas como lo fue Vermeer. Los pendientes en forma de gota de perla como los de 'La niña' como también los collares de perlas aparecen en muchos de sus cuadros.

Vermeer y las perlas, están incondicionalmente asociados, no sólo porque aparecen con mucha frecuencia, sino también por su manera para pintarlas, nos hacen pensar:  se encuentran en perfecto estado, como si les diera una pantalla de magnífica luz. La niña de la perla es por excelencia la pintura que subraya este pensamiento. En 1908 Jan Veth, crítico de arte y pintor, describe el cuadro de esta manera:
“Más que en otros Vermeer, se podría decir que parece como si estuviera fundida en polvo de perlas trituradas.”

La niña de la perla permaneció durante mucho tiempo en el anonimato, hasta que en 1881 se diera a conocer. El cuadro se encontraba en ese momento en venta en una subasta en Venduhuis der Notarissen en Den Haag. El día en que el cuadro podía ser visto atrajo la atención de Victor de Stuers, influyente oficial de cultura que se encontraba a su amigo y vecino A.A. des Tombe, coleccionista de arte. La pintura estaba seriamente descuidada, pero De Stuers la reconoció como una obra de Vermeer. Otra versión de la historia dice que la pintura estaba demasiado sucia para poder darle su valor real con propiedad. Según esta versión, sería luego de su posterior limpieza que aparecería la firma de Vermeer. Como haya sido, De Stuers y Des Tombe, acordaron  no pelear por el cuadro  durante la subasta, quedando así en manos de Des Tombe por la ínfima suma de dos florines y treinta céntimos, una ganga.
La colección de Des Tombe, no sólo estaba integrada por grandes maestros sino también por obras de sus contemporáneos, se encontraba en su vivienda en la calle Parkstraat 26 en Den Haag, abierta al público. El que luego fuera director del Mauritshuis, Abraham Bredius, fue el primero en 1885 que aclamara a ‘La niña de la perla’.
Al morir Des Tombe el 16 de diciembre de 1902 se descubre en su testamento secreto que le deja 12 de sus cuadros a la Mauritshuis, entre ellos ‘La niña de la perla’.

La Mona Lisa Holandesa
La niña de la perla es una pintura que siempre ha depertado mucha curiosidad. Quién es la niña? Qué pasa con ella? La verdad es que no tenemos ninguna información al respecto. Sigue siendo un misterio. Este intrigante misterio le ha dado al cuadro un apodo: la Mona Lisa Holandesa, o la Mona Lisa del Norte.

Este misterio ha despertado en la escritora norteamericana-inglesa Tracy Chevalier la idea de escribir una novela sobre Johannes Vermeer y su relación con la niña de su cuadro. Si bien de caracter ficticio, la novela está basada en gran parte en hechos históricos, así Tracy Chevalier intenta desenmascarar el secreto de este misterio, por qué la niña lleva una perla? Qué sucedió luego con la niña? Qué relación tenía Vermeer con ésta?.
En el relato de Chevalier, la niña se llama Griet, tiene 16 años, y entra a a trabajar a la casa Vermeer como niña de servicio. Griet llama la atención del pintor, éste siente que son dos almas gemelas que se interesan por las mismas cosas.También Griet se muestra interesada por el mundo del arte y del pintor y ésta sería la razón por la cual se anima a posar para él. Estas serían las razones del origen del cuadro. Que Griet posara con la perla podría ser la causa de su posterior retiro de la casa, despertando los celos de la mujer de Vermeer. Aun haya sido esta la causa hipotética, la niña quedaría retratada en el cuadro de Vermeer eternamente en una de las pinturas más bellas del mundo.


El libro ha sido posteriormente llevado al cine por el director inglés Peter Webber (quien fuera también  estudiante de historia del arte). La película es muy lograda, teniendo en los roles principales a estrellas exitosas del mundo del cine, Colin Firth como Johannes Vermeer y Scarlett Johansson como la niña.


Las obras de Vermeer pueden ser vistas también en la exposición temporal que ofrece el Mauritshuis. Desde el 15 de septiembre hasta el 11 de diciembre de 2011, se ofrece la exposición "Dalí conoce a Vermeer, maestros modernos invitados" (Dalí ontmoet Vermeer, moderme meesters te gast), donde maestros pintores modernos compartirán espacio gracias a sus obras en este famoso museo, entre ellos obras de Francis Bacon, Salvador Dalí,Claude Monet, etc. Para más información consultar este link.

Fuentes:
El texto aquí traducido ha sido, casi en su totalidad,  extraído del libro ‘Vermeer in het Mauritshuis’, del autor Epco Runia. Editado por el Koninklijk Kabinet van Schilderijen Mauritshuis, Den Haag. Zwolle, Waanders, 2005. ISBN 9040090726

También he consultado los siguientes libros:
Johannes Vermeer – de Delftse meester van het licht. Autor: Ton den Boon. BNM Uitgevers, Luntaren 2009. ISBN 97889470430

Johannes Vermeer (1932 – 1675). Autor: Mariët Westermann. Zwolle, Waanders, 2004 (Rijkmuseum dossiers) ISBN 904008727X




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