miércoles, 19 de junio de 2013

Paleis Soestdijk - El palacio real con destino incierto

Panorámica del Paleis Soestdijk
Como muchos lectores de Holanda Hispánica ya saben, mi predilección en los Países Bajos es por los museos. Habiendo más de 400 museos en toda Holanda y teniendo la tarjeta de museos Museumkaart, no resulta difícil encontrarme cada tanto en alguno de ellos, disfrutando de la vasta riqueza cultural, arquitectónica y artística que este pequeño país posee.

Sin embargo, cuando se trata de monumentos y edificios, hasta el momento no he conocido tantos.

Y vaya la sorpresa que me llevé, cuando junto con una amiga decidimos pasar una noche de hotel en la ciudad de Soest. Donde, justamente, se encuentra este palacio real.



Poco sabía yo de su historia. Y mucho menos que había sido una residencia real. La misma, ahora princesa, Beatrix creció y vivió desde su nacimiento hasta su matrimonio, en este palacio tan especial.
Y por qué especial? Bueno, además de haber sido la residencia real de la que fuera la reina Juliana y su marido, el famoso príncipe Bernhard y sus cuatro hijas, entre ellas Beatrix, la mayor; también ha sido un palacio importante en la historia de los Países Bajos.

Pero, a diferencia de otros palacios y monumentos importantes en Holanda, éste hace rato que ya no tiene la misión de ser un palacio de verano como alguna vez lo fuera. Desde que Juliana y Bernhard fallecieran, ambos en el año 2004, el palacio quedó como un estandarte vacío recordando mejores tiempos del pasado.
Siendo así que, en la actualidad, es un palacio sin destino conocido.
No sólo ya no es utilizado para importantes visitas diplomáticas, como lo fuera durante el reinado de Juliana; sino que ya casi ni siquiera pertenece al estado holandés. Su destino es aun incierto, ya que el palacio es un monumento que data del siglo 17, pero resulta demasiado caro para ser mantenido.

Abierto desde hace pocos años al público, una visita es absolutamente merecida. No sólo el palacio en sí, el cual es muy pequeño en comparación con otros palacios europeos; más que nada su vasto e imponente parque.

Las fotos en sus paredes recuerdan los juegos de las cuatro niñas, las otroras jóvenes princesas de Holanda. Ellas vivían en este parque, disfrutaban de su lago, sus caminitos y su inmenso bosque.
La parte trasera del palacio desde el parque
El palacio, o más bien 'la casa', es modesta para ser palacio, pero guarda los recuerdos imborrables que deja la huella del pasado.
Es uno de los cuatro palacios neerlandeses que aun existen.

Un poco de historia

Increíblemente, casi todos los holandeses que conozco conocen la existencia del palacio, por supuesto, pero jamás han estado allí.
Yo misma no hubiera pensado en ir, si no hubiera sido por ese mini fin de semana que mi amiga y yo decidimos reservar en un hotel en esta pequeña ciudad con status real.

Sin embargo, sus orígenes distan de ser reales. La casa, una fracción de lo que hoy en día es, fue contruida por un alcalde Amsterdamniano, Cornelis de Graeff, en el año 1650 con el fín de utilizarla como 'casa de caza' o simple estancia de fín de semana. Construida como pabellón de caza entre las ciudades de Soest y Baarn, fue luego comprada por el joven Willem III, un estátuter y ávido cazador.
Mientras los políticos de entonces cazaban, sus mujeres pasaban los veranos con sus hijos y servidumbre en este caserío.

Tras la invasión francesa, en 1795 la casa pasó a manos de los militares franceses, quienes la utilizaron para sus propios fines como cuartel militar.

En 1815, con los franceses ya fuera, se constituyó el Reino de los Países Bajos con su príncipe heredero, Willem II (Guillermo de Oranje), quien recibiera el caserío como regalo tras sus proezas en batalla contra los franceses.

Palacio de verano y la influencia rusa

El Palacio Soestdijk se convierte en tal de la mano del príncipe heredero Willem II y su esposa, la princesa rusa Anna Pavlóvna. La princesa Anna era hermana del zar Alejandro I y Nicolás I de Rusia, y nieta de Catalina II 'La Grande'. Esta mujer, acostumbrada a la fastuosidad de los palacios imperiales rusos y a la buena vida monárquica, fue la que le dió nuevos bríos al antiguo caserío de caza.
Para ello fue necesario construir las dos alas que hacen hoy al palacio más grande de lo que originalmente fuera. Además, Anna hizo enviar desde Rusia gran parte del mobiliario que aun hoy puede verse en el palacio, y dejando el estilo Empire, de un blanco imperial, como sello categórico de todo las estancias del palacio.

De esta manera, el palacio Soestdijk fue engalanado y utilizado como palacio de verano para la familia real.
Se convirtió así en un palacio muy querido por toda la familia real, siendo la reina Emma una de sus más asiduos visitantes.
Sala Blanca estilo Empire

En 1928, con motivo del cumpleaños de la reina Emma, el palacio Soestdijk recibe por primera vez luz eléctrica.
Aunque era utilizado sólo para las estancias veraniegas, fue un palacio muy concurrido por la familia toda.
Pero no fue hasta 1937 que se utilizaría por primera vez como residencia fulltime.
Ese año, la por entonces princesa Juliana y su marido el príncipe Bernhard decidieron instalarse definitivamente tras celebrar su matrimonio.
Fue la población holandesa la que les concedió la renovación final del edificio, como regalo de bodas.
Así, el palacio constó de calefacción central y un cómodo apartamento en la parte trasera como parte de la vivienda.
Allí nacieron y crecieron las dos primeras hijas de la pareja real: Beatrix, nacida en 1938 e Irene, en 1939.

Residencia real y cuna de las visitas diplomáticas

En 1940 los alemanes invadieron los Países Bajos. La segunda Guerra mundial ya era un hecho y hasta la liberación del país gracias a los (norte)americanos, recién en 1945, obligó a la familia real a refugiarse en el extranjero. El palacio, como ya fuera con los franceses, quedó en manos de los soldados alemanes.
Estatuas en bronce de Kees Verkade
Después de la liberación, recién en el año 1948 la familia real decidió regresar al palacio. Juliana, junto a su madre, por entonces la reina Wilhelmina (Guillermina) volvieron a darle vida real al olvidado palacio.
Volvieron allí junto con la tercera de sus hijas, la princesa Margriet, nacida en 1943 en Ottawa, Canadá. Y la cuarta hija, ya nacida en Holanda, en 1947, Maria Christina (quien escogió luego este  nombre, ya que se la llamó Marijke al nacer).

Inolvidables resultaron los desfiles conmemorando la liberación de los Países Bajos y el regreso de la familia real.
Todos los holandeses se unieron al festejo, recibiendo a la reina Wilhelmina quien los saludaba desde el estrecho balcón del palacio.

La reina Juliana en su oficina
Juliana y Bernhard vivieron casi durante 70 años en el palacio. Este fue escenario de los movimientos políticos del mundo, siendo testigo de innumerables visitas diplomáticas. La tradición ha sido siempre recibir a estas destacadas visitas en el Palacio del Dam en Amsterdam, aunque siendo el palacio Soestdijk por este entonces la residencia y lugar de trabajo de la por entonces reina Juliana, solían también recibir visitas allí. El emperador de Japón y su familia fue una  de las excepciones, junto con otros importantes estadistas.

La mayor atracción para el visitante es la de participar con ojos propios de la vida de esta familia real. Aunque gran parte del palacio se mantiene cerrado al público, muchas de sus estancias constituyen una fiesta para los ojos. Muchas salas se han mantenido a lo largo de los siglos completamente intactas, destacándose sus diversos estilos.
La actual princesa Beatrix
Cada nuevo residente en los últimos siglos ha dejado su propia marca, con ayuda de los mejores arquitectos de cada época, dejando las estancias más adaptables a las necesidades de sus residentes.
Pero lo que más llama la atención es la parte más moderna del palacio, lo que fuera la estancia residencial de la familia real; uno imagina a la actual princesa Beatrix cenando con su familia o compartiendo horas de juego y estudio junto a sus hermanas. Casi todo se ha mantenido de forma intacta. El mobiliario y la decoración bastante sobria, de un pragmatismo holandés aun sofisticado.
Un joven Willem-Alexander
La cocina, pequeña y sobria, deja entrever cómo vivían la pareja real con sus hijas.
En el sótano está la cocina donde el servicio preparaba las comidas y las grandes cenas. Una bodega real, donde aun se conservan varios vinos de etiquetas internacionales (también a la venta en la tienda para los visitantes del museo/palacio).
Conviertiéndose así en un eco de la arquitectura moderna europea ubicada en la parte trasera del antiguo palacio.
Juliana Y Bernhard en su casa palacio

Apertura al público



Desde la muerte del príncipe Bernhard, el palacio ha quedado vacío. En el año 2005 volvió a pasar a manos del estado, luego de casi 70 años de haber funcionado como residencia real.
Ya en 2006 se anunció la futura apertura del palacio para el público. Para ello fue necesario hacer algunas reformas al parque, teniendo que talar una parcela entera de árboles para poder crear las 230 plazas de estacionamiento (parking) que hoy en día posee. El invernadero pasó a ser un centro de restauración y la torre de agua, la tienda del museo.

Se realizó una exposición sobre el palacio, contando su historia y la de sus residentes. Los habitantes de las ciudades de Soest y Baarn fueron los primeros en ser invitados a conocerlo con una visita guiada.
Hasta el 2010 el palacio se mantuvo abierto al público. Las entradas al palacio y al parque se vendían sólo por internet.
El 1 de enero de 2011 se decidió cerrarlo al público, pero el gobierno reconsideró la apertura tras la alta demanda de las entradas online.
Dos meses después, el 1 de marzo de ese mismo año, el palacio volvía a abrir sus puertas a todos los visitantes. Aunque sólo está abierto los días jueves, viernes, sábados y domingos.

El palacio mantendrá sus puertas abiertas hasta tanto no se sepa cuál será su destino final. Por eso, yo digo, a aprovechar!

El Parque y su increíble riqueza

La propiedad casi al completo
Bautizado originalmente como Koningin Emmapark, en honor a la reina Emma, el parque se encuentra justamente en la parte trasera del palacio y fue construido después de la ocupación francesa en este estilo paisajístico, con césped, grupos de árboles, un gran estanque y un arroyo serpenteante.
También hay dos refugios, un invernadero, un centro deportivo, una sala con pista de hielo, tres cabañas y una casa de guardas de caza. El 'chalet Wilhelmina' que data de 1892, fue utilizado como casita de juegos por la misma Wilhelmina cuando era niña.
La más antigua torre de agua
La torre de agua donde actualmente se encuentra la tienda de souvenirs es la más antigua de los Países Bajos, data de alrededor de 1680 y funcionaba para abastecer las fuentes del parque.

La primera construcción del parque fue realizada en 1689 por Maurits Pots, de la cual hoy en día no quedan rastros.
Posteriormente, en 1780 se extendería el parque con su estanque, céspedes, y demás.
Este parque no sólo tiene un carácter histórico y cultural, también es hogar a diversos tipos de árboles, flores y plantas. Es un parque ideal para recorrer en una tarde de sol, aunque está prohibido hacer picnics, no hay nada como sentarse en uno de sus bancos y disfrutar de la placidez que da su flora.

Se puede entrar a conocer el parque sin tener que entrar al palacio. Ideal para una tarde diferente, por sólo €2.- los visitantes pueden apreciar y disfrutar de este fantástico pedazo de naturaleza sin ir demasiado lejos.

También se ofrecen visitas guiadas, a precios muy accesibles.

Oranjerie 

Oranjerie
Tras la visita al palacio, nada mejor que detenerse a tomar algo en su fantástica terraza. Ideal para beber una cerveza en un día de sol o degustar los diferentes manjares de un High Tea.


Un futuro incierto

El palacio pertenece aun al estado holandés, pero es incierto cuál será su destino. Estudiantes de la Universidad Técnica (UT) de Delft han hecho investigaciones respecto del estado del edificio y sus posibilidades. Dando por resultado que sus paredes son frágiles, casi imposibles de restaurar por lo que es un edificio con un alto costo de manutención.

Símbolo de épocas pasadas que ya no volverán, el palacio espera el veredicto final para seguir funcionando de cara al futuro.
Los costos totales de su restauración y renovación se estiman por arriba de los 100 millones de euros. Aun es incierto cuánto dinero quiere invertir el gobierno holandés.
Aun así con su carácter de destino incierto, el palacio ha albergado diferentes eventos de tipo cultural, siendo la ópera de Orfeo y Eurídice la más famosa.

Algunas viñetas del palacio Soestdijk
Diferentes medios de comunicación y prensa optan por conservarlo como monumento público y utilizarlo para actividades culturales y reuniones. En la actualidad también se lo utiliza para celebrar bodas. Siendo su parque un lugar ideal para hacer sesiones de fotos.

Varios partidos han presentado sus propuestas con ideas para desarrollar a futuro en el palacio Soestdijk. Desde el ámbito internacional en áreas tales como las ciencias, la sostenibilidad, la innovación, la salud y el liderazgo.
A raíz de la actual situación económica se ha decidido ampliar las posibilidades de búsqueda y definir cuál es el destino más factible para este edificio de carácter histórico cultural.

En espera de un nuevo destino, el palacio sigue abierto al público. Además de la visita y del carácter amigable de sus guías, siempre a la espera de visitantes como mi amiga y yo que no dejábamos de hacer preguntas y nos entusiasmaban las historias de vida de sus antiguos habitantes; también se realizan todo tipo de eventos de carácter cultural. Incluso en estos momentos hay una exposición sobre la familia real actual: 'Een modern koningshuis' donde podemos ver a  la princesa Beatrix, los reyes Willem-Alexander y Máxima junto a sus tres hijas, Amalia, Alexia y Ariana. Esta exposición de fotos tomadas por el fotógrafo holandés Robert Utrecht muestra a la casa real en los tiempos modernos, con fotos únicas que dejan entrever a la casa de Oranje de forma original.
Vale la pena verlo. Esta exposicion fotográfica puede verse hasta el 30 de junio del 2013.

Para mí esta visita fue una muy agradable sorpresa. Tener la oportunidad de visitar un palacio real donde han residido personas que aun existen es casi un privilegio. Hasta tanto no se conozca el nuevo destino yo más que nunca recomiendo visitar este palacio que da cuenta de los tiempos pasados.

La tarjeta Museumkaart no es válida, pero el precio de la entrada (€13,50) vale merecidamente la pena.

Fuentes

- Website Paleis Soestdijk
- Wikipedia
- Rijksgebouwendienst (RGD)

3 comentarios:

  1. Buenísimo "informe" Georgina!
    Mil gracias por compartirlo, es realmente interesante!!!

    Si no fuiste todavía, Apeldoorn está genial.
    slds!

    Andrea

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Andrea, me alegra que te haya gustado. Todavía no conozco Apeldoorn.. ojalá pronto! Saludos

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